recetas
UTFSM | 2013

Leña y el terremoto negro en Temuco

Columna de Pedro Serrano R., académico del Departamento de Arquitectura de la Universidad Técnica Federico Santa María.

Leña y el terremoto negro en Temuco
Comunicado de prensa

Leña y el terremoto negro en Temuco

Terremoto negro puede ser un nombre un poco fuerte para este caso, pero da cuenta de una verdad que había sido anunciada y sobre la cual es muy difícil actuar con normas y prohibiciones: el consumo de leña.

Los datos actualizados de Temuco indican que la comuna tiene una superficie de 464 km2; una densidad de población de 655,23 hab/km2, de los cuales el 94% de la población es urbana y solo el 6 % vive en zonas rurales. Según el Censo de Población y Vivienda, realizado en 2002, la población total de la comuna de Temuco era de 245.347 personas. Ya en el Censo de 2012 el gran Temuco contaba con 345.247 habitantes (Temuco y Padre las Casas), lo que indica un crecimiento de 100.000 habitantes en sólo 10 años. La comuna ha crecido rápidamente, acogiendo en una ciudad extendida, prácticamente de un piso, principalmente a familias que emigran del campo a la urbe, con sus tradiciones y costumbres. Y la leña es una de ellas.

La realidad de Temuco se repite en todas las grandes ciudades al sur de Santiago: tendencia a la urbanización no planificada, mala ventilación, y sobre todo, el consumo intensivo de leña. Esta realidad es poco conocida para el habitante medio de Santiago o Valparaíso. La leña por estos lados no tiene la intensidad de uso de las ciudades del sur. En Santiago y Valparaíso se usa en sus periferias más pobres, más algunos usuarios entre los más ricos con estufas de alto costo. Sin embargo, en Temuco la leña la utiliza casi toda la población, sin distinción de ingresos. Estudios indican que la leña llega a ser un tercio de la economía local.

De acuerdo al balance de energía primaria 2011 del Ministerio de Energía, ese año se consumieron 54.464 teracalorías de leña en Chile, lo que representa un 19,6% del total de energía primaria que consume el país. Si se compara esto con los aportes de la Hidroelectricidad ese año -17.635 teracalorías, que fueron un 6,4% de la energía primaria del país- se podrá entender que la leña debiera ser considerada como un insumo energético de enorme importancia nacional, siendo 3 veces lo hidroeléctrico. Pero no es así: la leña no cotiza en la bolsa; ninguna AFP ni transnacional invierte en ella, ni está concentrada en grandes fortunas. La leña tiene un consumo disperso, sin control centralizado y abarca una buena parte de la población de escasos recursos de Chile.

Con una media de entre 1500 y 3500 calorías por kilógramo leña, se podría aventurar que se trata del orden de 15 millones, o más de toneladas de leña, pero esto es sólo un cálculo aventurado. Importamos -eso sí está correcto- 92.348 teracalorías de petróleo crudo, las que comparadas con las 54.464 teracalorías de la leña (más de la mitad), nos pueden dar una idea de la importancia de la leña en el país. Además la leña es Chilena y no tenemos que importarla. Si se logra controlar la coordinación entre su crecimiento y quema, la leña tiene emisiones finales de CO2 cero. No sucede así con el petróleo, el carbón o el gas.

Decretos de alerta ambiental, emergencia o desastres, no resuelven este enorme problema que tiene el país. No es posible prohibir el uso de leña en las grandes ciudades del sur de Chile, menos aun en pleno invierno. En Santiago con preemergencia, se prohíbe todo consumo de leña por muy tecnificada y cara que sea la estufa. En estos sectores, con más dinero, el reemplazo por gas, electricidad o parafina resulta fácil de implementar. Sin embargo, estos decretos no resultan cuando toda la población, ricos y pobres, tienen a la leña como su energético culturalmente arraigado. Y más encima, para una mayoría de la población en un arraigo también social y económico.

La leña se gasta en todos los sectores chilenos de consumo energético, menos en el transporte. Se usa en la minería, en la industria, en el comercio y en el sector público. Sin embargo, es en el sector residencial chileno donde su consumo es dramático. De acuerdo al último balance nacional, en 2011, la leña correspondió al 57,5% el sector residencial. Esto indica que casi el sesenta por ciento de la energía que gastan los chilenos en sus hogares, en promedio de norte a sur del país, corresponde a leña. Y este sí qué es un punto grave.

Todo indica que tanta leña se quema con una eficiencia muy baja, el quemado de leña en general se hace con eficiencias menores al 10%, en los dos usos más comunes, calefaccionar espacios y cocinar. Se requiere de tecnologías mejores para superar el 30% y tecnologías muy buenas para superar el 60%. Independiente de lo anterior, tanta leña consumida en los hogares indica que la eficiencia energética de nuestras casas es deplorable, cosa que en Chile ya se sabe hace años, pero que no se soluciona.

La solución para este complicado problema de la leña, tiene varios causes, que debieran tomarse en paralelo. El primero es darle a la leña la importancia política que se merece, es el tercer insumo energético nacional. La leña es casi el 60% de la energía en el sector residencial. Si se compara que la electricidad (hidráulica y térmica), que no llega al 15% de los usos del sector, es fácil entender cómo un energético cuatro veces más importante, donde vivimos todos los chilenos, debiera estar políticamente mejor situado.

Por otra parte la leña, esos 15 millones de toneladas, son 100% chilenas y en esto no hay equívoco. Se trata de un energético que no produce dependencia, que tan solo subiendo su eficiencia al 20% llegaríamos a bajar su consumo en 7 millones de toneladas, por lo tanto, debiera haber un enorme esfuerzo financiero y tecnológico chileno para hacer más eficientes los artefactos que la consumen y para mejorar su calidad como combustible. Este es un desafío interesante, por ejemplo, para todas las universidades nacionales.

Mientras tanto, la sustitución de leña por gas o electricidad, es un asunto urgente en las ciudades del sur de Chile. Esto implica programas de largo plazo, grandes subsidios y un trabajo cultural intenso y extenso que no se han hecho. En 2013 el “terremoto negro” está sucediendo y sucederá con toda seguridad el 2014. Las viviendas siguen siendo ineficientes en energía. Una cultura de siglos no se borra en meses y una desigualdad económica tan profunda tampoco se cierra en tan poco tiempo.

La hidroelectricidad como energético primario no ha subido en décadas del 10% nacional, y la electricidad térmica e hidráulica es a 2011 sólo el 11,5 % del sector comercial público y residencial. Si releemos los datos de la leña, ¿no estaremos errando el foco de nuestra política energética del sector? ¿Dónde pondría Ud. capitales para investigación, desarrollo e innovación?


Fuente: UTFSM / Comunicaciones - 19/06/2013


Este sitio usa imágenes de Depositphotos