Académicos Michele Berho, Marion Koch y Raúl Solís imparten el Taller de Introducción a la Arquitectura de primer año a través de un flexible sistema de módulos, que responde a las cualidades del estudiantado y es eminentemente práctico.
A comienzos de julio, Michele Berho, Marion Koch y Raúl Solís –todos académicos del Departamento de Arquitectura de la Universidad Técnica Federico Santa María– viajaron a Perú, para participar en el Congreso Internacional “100 años de enseñanza en Arquitectura”, realizado en la Universidad Nacional de Ingeniería de Lima.
Los académicos habían sido invitados por la organización tras presentar la ponencia “El sistema modular como herramienta de aprendizaje” en el Primer Encuentro Latinoamericano “Introducción a la Enseñanza de la Arquitectura: Fundamentos y Métodos”, llevado a cabo en Manizales, Colombia, el
año pasado. Una exposición que llamó la atención de los expertos en la materia, ya que en lugar de enfocarse en la teoría, pone el acento en la enseñanza práctica.
Michele Berho cuenta que hace dos años se dieron cuenta de que su ramo tenía un sello identitario. “Empezamos a mirar lo que estábamos haciendo, a ser conscientes de los beneficios y esta forma de enseñar la Introducción a la Arquitectura, que es bastante única incluso observando lo que pasa en otros congresos a los que hemos asistido”, explica. Comenzaron entonces a registrar y sistematizar la metodología de enseñanza, recabando opiniones de otros profesores y haciendo focus group, además de consultar la teoría existente.
Un estudiante multifocal
Raúl Solís agrega que la clave innovadora es asumir que el estudiante actual es multifocal, gracias a internet y los medios de comunicación, por lo que se sintoniza con el pensamiento fragmentario. “Debe ser capaz de abordar 5 ó 6 temas distintos, relacionados con el perfil de la
carrera, de tal manera que pueda entender también sus propias destrezas y avenencias. Qué le interesa más, dónde actúa más cómodo o dónde se siente más incentivado para hacerlo”.
Marion Koch afirma que “partimos del sujeto, no nos preocupamos tanto de los objetivos o el contenido de los talleres, porque estos son reemplazables y deben ser actualizados y renovados”. Eso conlleva a una relación más horizontal entre el alumno y el profesor. Y como está organizado a través de módulos, éstos pueden moverse, intercambiarse, disminuir o aumentar, según las necesidades del grupo puntual.
“Es una pedagogía procesual: hay un período de tiempo capaz de detonar el despertar del estudiante, más que un tema o cátedra en particular”, manifiesta Solís. “Y asumimos además que la atmósfera y el ambiente es algo de lo que hay que hacerse cargo para que se dé esto: una relación menos vertical entre el profesor y el estudiante permite que este se abra y sea mucho más fácil transmitir experiencias”. Con esto,
logran que el alumno no se sienta menoscabado si no logra objetivos específicos, porque llegará el momento en que encontrará su nicho de desarrollo durante el ramo, de carácter anual.
Los buenos comentarios obtenidos por el equipo los han impulsado a trazar líneas a futuro: un libro y la organización de un seminario internacional son algunas de las posibilidades para compartir y profundizar el sistema.
Fuente: UNIVERSIDAD TéCNICA FEDERICO SANTA MARíA / Comunicaciones - 28/07/2011
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