Sansano realiza voluntariado en África

Sansano realiza voluntariado en África

Desde supervisor de obras hasta empleado de un laboratorio -cuya labor era el cultivo de hongos- pasando también por el puesto de chofer de una ONG, fueron algunos de los empleos en que el Ingeniero Civil de la Universidad Técnica Federico Santa María, Jonás Córdova, se desempeñó durante su permanencia en Zambia, África.

Sin embargo, su llegada al continente negro sería luego de una breve estadía en Nueva Zelanda, destino inicial de este viaje, y tras descubrir que “no quería pasar un año mochileando”, comienza a reunir el dinero necesario, trabajando en granjas y restaurantes, para viajar hasta Zambia y cumplir uno de

sus más grandes sueños, ser parte de un voluntariado.

Fue así como después de casi sesenta horas de viaje y con paradas en destinos como Auckland, Brisbane, Dubai, Singapur y Sudáfrica llega finalmente hasta Livingstone, Zambia, donde se desempeñó como supervisor en la construcción de dos canchas de futbol para el programa SOS Children´s Village to Zambia Trust y como personal de la ONG Agribusiness in Sustainable Natural African Plant Products, donde estuvo a cargo del cultivo de hongos de un laboratorio y también se desempeñó como chofer, además de colaborar con Malaikha, una ONG orientada al trabajo con niños ciegos y con problemas visuales.

Según destaca Córdova, el desempeñar su profesión en un escenario completamente diferente al tradicional fue una gran experiencia. “Para los escenarios comunes hay muchos profesionales, para las aventuras y los desafíos hay pocos. Somos afortunados en disponer de las herramientas para generar proyectos y ayudar a los demás, sólo hay que atreverse. La mayoría de

los ingenieros siguen el camino fácil, de trabajar todos en la misma área, como la minería, ganar dinero y vivir sólo para cubrir sus necesidades, pero ¿cuántos de los profesionales que egresan están en un trabajo al que se levanten felices?

Por otra parte, precisa que el insertarse en una sociedad totalmente distinta es sin lugar a dudas una gran experiencia. “Me sentí realmente útil. El trabajo es valorado y dejas algo para cambiar la calidad de vida de los que tienen menos oportunidades. Al principio cuesta porque son otros los ritmos de vida, las costumbres y los modales, pero te terminas acostumbrando. En resumen, significó nutrirme interiormente de otra sociedad y como en cada viaje, conoces gente, costumbres, lugares que finalmente te enriquecen como persona”, comenta.

Lo más difícil, añade, “fue adaptarme al ritmo de los zambianos. Venía llegando de Nueva Zelanda, un país en que todo funciona, en que recibes un buen trato en todos los servicios públicos, en donde la gente es amable y donde la

calidad de vida es mucho mejor que en Chile. De ahí pasar a Zambia, que está más atrasado que Chile en muchas áreas y en donde la gente vive el día a día fue un tremendo impacto. También fue complicado el asunto del idioma, porque es un país en donde se hablan 72 lenguas y mucha gente no habla inglés. Fue difícil ir a las aldeas y poder expresarme o comunicarme con la gente. Además, si estás entre zambianos, muchas veces no hacen el esfuerzo por hablar en ingles para integrarte, entonces te sientes un poco aislado”.

No obstante estos antecedentes, este joven sansano que ya se prepara para volver a vivir esta experiencia, destaca que “los problemas que se presentaron son nada si se comparan con la gran experiencia que significó este viaje”. “Cada día era una nueva aventura, algo que aprender y disfrutar. Es impagable despertarse cada día con ganas de ir al trabajo y sentirte reconfortado al final de este. Aprendes a vivir y a ser feliz con lo básico. Sin internet muchos días, sin luz o agua”, concluye.

Fuente: DIRECCIóN GENERAL DE COMUNICACIONES / Universidad Santa María - 15/03/2012