Se trata de Alejandro Rivera, Ingeniero Electrónico de la Universidad Santa María, quien se desempeña en One Acre Fund, organización destinada a que sus miembros puedan obtener mejores resultados con sus cultivos.
Trabajar en una de las organizaciones de mayor impacto en África, vivir durante un mes con una familia de agricultores y viajar por diferentes países, son algunas de las experiencias que ha vivido Alejandro Rivera, Ingeniero Electrónico de la Universidad Técnica Federico Santa María, y quien se desempeña en One Acre Fund, una ONG estadounidense que trabaja en Kenia, Rwanda y Tanzania, y que está destinada a capacitar a los agricultores más pobres, para que así puedan lograr mejores resultados con sus cultivos.
Según cuenta este sansano, encontró la oportunidad en la página www.idealist.org. “Postulé a uno de los puestos que tenían disponibles y al poco tiempo recibí un mail del gerente del Departamento IT de One Acre Fund, diciéndome que estaban interesados en mí y que querían entrevistarme vía Skype. Después de aprobar la primera etapa, me dijeron que querían entrevistarme en persona. Les dije que ya había comprado mi pasaje (solo de ida) porque estaba decidido a trabajar en Kenia. Afortunadamente todo salió bien y después de dos días de entrevistas me ofrecieron el puesto”.
Desde octubre de 2012, este joven ingeniero se desempeña en el Departamento IT de One Acre Fund, donde actualmente está desarrollando una aplicación para la gestión de los agricultores que se suscriben. “Estoy encargado de generar los procedimientos para realizar las pruebas de software de ambas capas, lo cual significa que estoy escribiendo los documentos para las pruebas manuales y los códigos para realizar las pruebas automáticas. Además, tenemos una compleja estructura con tres servidores en Alemania y con réplicas locales en los computadores de los usuarios, y estoy encargado de configurar uno de los servidores que se sincronizará con el servidor de producción”.
Sobre su motivación a formar parte de una ONG, Rivera destaca que no siempre le interesó el tema social, y que en los primeros años de universidad el éxito profesional era su principal objetivo. “En esa etapa tenía como metas ser experto en un área, trabajar para una empresa prestigiosa y escalar dentro de la jerarquía de la organización. En la mitad del periodo universitario, me di cuenta que existían otras opciones, y antes de decidirme, congelé la universidad y me fui a viajar por Europa para encontrar la respuesta”.
“Volví motivado con la idea de crear una empresa, proyecto que dos buenos amigos también compartían y juntos creamos la startup Lem System. Después de trabajar tres años empecé a sentir que algo faltaba y que no era feliz con lo que estaba haciendo. Ahí me di cuenta que no era necesario esperar años para tener los recursos y trabajar en lo que realmente quería, por lo que tomé la decisión de dejar la empresa y buscar una oportunidad en el extranjero. En ese momento, estaba dispuesto a trabajar sólo por un techo y comida, afortunadamente encontré la opción en One Acre Fund, en donde ofrecen mucho más que eso”, añade.
La vida en Kenia
Para este Sansano, en Kenia, la vida profesional está ligada a la vida personal de una manera bastante particular. “Todos los extranjeros que trabajan en la organización vivimos juntos en unas casas que llamamos “The Compounds”. En mi caso estoy viviendo con el fundador de la organización, Andrew Youn, y para mí ha sido un privilegio tener la oportunidad de vivir con la persona que inició todo esto”.
“Otro aspecto distinto es que la mayoría de las personas que trabajamos en la organización somos jóvenes profesionales que compartimos ideales similares y he tenido la suerte de conocer a excelentes profesionales que trabajan y sudan por la organización. También acá el trabajo está basado en metas en vez de horarios rígidos, por lo cual puedo trabajar donde quiera y cuando quiera, mientras que se cumplan los objetivos que mi manager y yo nos planteamos todas las semanas”, agrega.
One Acre Fund también le ofreció la oportunidad de vivir en el campo por un mes con la familia de un agricultor, experiencia que califica de increíble. “Tuve la oportunidad de conocer a Kennedy Musoko y su familia, compartir su mesa y entender más sus costumbres. Además Kennedy participa en el coro de la iglesia, así que conocí a los miembros del coro y juntos iniciamos un proyecto para grabar sus canciones en suajili y bukusu y crear un CD para todos los miembros. Además con su ayuda encontré un terreno para arrendar y ahora tengo mi propia granja”.
Fuente: DIRECCIóN GENERAL DE COMUNICACIONES / Universidad Santa María - 03/04/2013
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