Andrés Cáceres, Doctor en Literatura y encargado del Taller de Narrativa de la Universidad Técnica Federico Santa María, evaluó de manera positiva el trabajo de los alumnos, afirmando que es “una actividad importante y felizmente ha cumplido con las expectativas”.
Un grupo de nueve alumnos de diferentes áreas y carreras de ingeniería, luego de cursar el Taller de Narrativa durante el año 2008, publicaron un libro que agrupa los diferentes trabajos realizados el año pasado, donde cada uno publicó dos textos en la obra.
En este sentido, la compilación reúne obras de los alumnos: Leopoldo Altamirano, Felipe Arriagada, Patricio Jaque, Margarita Norambuena, Diego Olfos, Fernando Ortega, Carolina Santis, Diego Vicencio y Jean-Pierre Vidal Piesset.
“El trabajo con los alumnos lo evalúo bien. Esto quiere decir que me encuentro con jóvenes que tienen entusiasmo literario, pero que necesitan la
guía tallerista, como una manera de orientar tanto el conocimiento literario como sus propias creaciones. La literatura requiere compatibilizar lo teórico con lo práctico. Y de eso se trata. El trabajo tiene que ver con la artesanía en la escritura y la imaginación en la lectura”, explicó el encargado del Taller y Doctor en Literatura, Andrés Cáceres.
El mito ingenieril
El título de ingeniero definitivamente no va acompañado de una especialización en literatura. La formación de estos profesionales, debido a su campo laboral, obvia las enseñanzas literarias, lo cual no implica la carencia de talento o ganas de aprender a escribir y narrar.
Para Andrés Cáceres, el hecho que los ingenieros no sirven para escribir es un mito. De hecho, a pesar de que son demasiado lógicos en la narración, Cáceres asegura que esto no nubla la capacidad de hacerlo, y que este tipo de talleres son muy útiles para la formación avanzada e integral de un ingeniero.
“Creo que estos talleres son como ‘el
alimento vital’ de un ingeniero, porque es el espacio donde ellos van a ‘pulir’ la relación profesional con el lenguaje. Porque hablar de literatura es hablar de lenguaje. Y, el lenguaje es mundo”, sostiene Cáceres.
“El ingeniero escribe a través de un realismo descriptivo y pragmático. Los relatos son experiencias que están fuertemente teñidas por una formación demasiado lógica. Entonces, la relación ingeniero-literatura tiene más pragmatismo que ilusión de la realidad. Indudablemente que el taller busca que ellos conciban la literatura como un signo de transgresión, y para ello, hay que poner en crisis el canónico concepto del realismo tradicional. Esta es una tarea con los ingenieros, pasar del pragma a la fantasía, lugar en que la literatura adquiere identidad. Creo que el sujeto imaginario mejora la labor profesional a nivel de la creatividad, punto importante para los ingenieros de la Santa María”.
Fuente: UTFSM / Comunicaciones - 08/07/2009
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