recetas
UTFSM | 2013

Visualizar obliga a visibilizar

Columna de Juan G. Ayala. Profesor del Departamento de Estudios Human�sticos de la Universidad T�cnica Federico Santa Mar�a.

Visualizar obliga a visibilizar
Comunicado de prensa

Visualizar obliga a visibilizar

Toda violaci�n deja huellas, lo fue en la Europa medieval cuando las abad�as y conventos eran mancillados por ej�rcitos o mercenarios, lo es hoy cuando la fuerza policial entra a un claustro universitario. Tanto el claustro monacal como el universitario debieran ser sagrados, en ellos se contempla lo sagrado, que siempre es inasible, porque no se concreta ni comparece corp�reamente, siempre se visualiza pero no se ve. Es inasible, no se alcanza, siempre se escapa. En el claustro se trabaja en imposibles, en ideales, es formativo por definici�n. Empero siempre la b�squeda intelectual se expone a la contradicci�n entre lo abstracto y lo concreto, que es tambi�n entre lo visualizado y lo visto, un ver interior siempre supera al ver exterior. Pero en este trabajo intelectual indefectiblemente lo �nico que se ve es lo que est� afuera, la �nica fuente informativa es la que admiten los sentidos, y los sentidos nos dicen que la vida no es justa. Refrendamos: en el claustro se trabaja sobre ideales, es decir desde ideas, pero la �nica manera de probarlas, de verlas como cosa no como idea, es afuera del claustro, no visualiz�ndolas dentro de �l.

En el fondo en cada repulsa expresada en los claustros universitarios, lo que comparece es la necesidad de ver concretado afuera, lo pensado dentro de los muros claustrales. Esa necesidad acad�mica es concreta, no es una entelequia. Cuando las universidades pasan del silencio monacal ordinario y se expresan extraordinariamente, lo hacen porque el silencio claustral ya no basta, no es porque quieran gritar arrebatadamente. Igualmente suponer que la denuncia universitaria est� mediatizada por intereses inmediatos, es desconocer lo propio de lo universitario. La universidad quiere volver a su silencio acad�mico, pero como un acad�mico es ante todo una persona en el mundo, debe moment�neamente silenciar su silencio y levantar la voz. Y los primeros en hacerlo por sus tiempos universitarios m�s inmediatos y por la libertad otorgada por la juventud, son los estudiantes de pregrado. Su mochila de la vida es m�s liviana que la de sus profesores, quienes en la mayor�a de edad intelectual cuando son consecuentes con el sentido de la universidad, ocupan otros caminos para el mismo fin, cual el m�s importante es la idoneidad de la c�tedra y de la investigaci�n.

Atendido entonces el peso �tico de la Universidad y el valor intangible de sus claustros, se puede entender que la repulsa expresada desde ellos es solo el �pice de la denuncia ante la injusticia. Irrumpir en un claustro no destruye las ideas, dec�amos que estas son inasibles, no se pueden quemar ni golpear, est�n m�s all� de ello. Al contrario al calor de la violaci�n, las ideas se pueden desarrollar a un nivel de peligro social. No entrar violentamente a un claustro es dejar que las ideas que de all� emanaron a la ciudad, se integren con las cosas reales, distribuy�ndose cambian su identidad de cosa pensada a cosa real, se socializan y se comparten, se corrigen o se desechan. Es como la energ�a que cambia de estado, no se pierde solo se transforma. La violaci�n de un claustro genera m�s energ�a contenida en un mismo espacio, y su explosi�n deja huellas visibles reales y concretas, no es solo una visualizaci�n acad�mica.


Fuente: UTFSM / Comunicaciones - 25/06/2013


Este sitio usa im�genes de Depositphotos