El gobernante debe escuchar su cuerpo
Columna de Juan G. Ayala, profesor del Departamento de Estudios Human�sticos de la Universidad T�cnica Federico Santa Mar�a.
Columna de Juan G. Ayala, profesor del Departamento de Estudios Human�sticos de la Universidad T�cnica Federico Santa Mar�a.
La pol�tica es el arte del manejo del poder, y lo �ptimo es que el que quiera gobernar deba desearlo �ntima e intensamente, no obstante el poder siempre se toma, sea porque el destino lo posibilit�, o porque decididamente se busc�. Aquello solo est� regulado por la axiolog�a del gobernante, v�lido desde papas hasta dirigentes vecinales. Com�n a todos es que el candil que oriente al gobernante ser� su escala de valores, concretada en ser capaz de escuchar su propio cuerpo y hacerlo sin miedo.
Todo el arte de la gesti�n pol�tica se construye desde el di�logo, y tanto en el di�logo iniciatorio del debate, como en la negociaci�n, los miedos internos existen, y el pol�tico siempre debe escuchar al otro, el que le har� resonar en su interior su propia voz. La negociaci�n es un
viaje de idas y venidas de los miedos de los interlocutores, cuando el otro resuena con m�s fuerza que mi propia voz interior, no hay argumento mezquino o r�dito a corto plazo que valga, solo me queda abrirme y aceptar.
Pero para que la gesti�n del gobernante sea eficaz en relaci�n a la negociaci�n con los gobernados, el que detenta el poder debe necesariamente iluminarse por una visi�n amplia la que, en palabras de Federico Mayor Zaragoza, ex Director General de la UNESCO, debe internalizar en su conciencia que el cuerpo es un perceptor. Dice Federico Mayor: �Nunca he cre�do que por mi condici�n de cient�fico tuviera que renunciar a la poes�a o a la pol�tica. Siento que hay en todos nosotros m�ltiples facetas que debemos explorar y expresar, si queremos encontrar la combinaci�n de sensibilidad y habilidades que nos permitan llegar a comportarnos con esta mirada permanente hacia el otro�, a esto nosotros lo llamamos las Voces del Cuerpo desde el Sonido de las Palabras, su valor radica en que es el
instrumento que nos abre la mirada al otro.
Mayor Zaragoza refuerza su postura diciendo que: �El principio de aprender a pensar en los dem�s se basa, pues, en la convicci�n de que cada uno de nosotros ha de considerar como propios los problemas y las contradicciones que se suscitan a su alrededor y debe experimentar, en cierta medida, un deseo apasionado de darles soluci�n. En este sentido, la mejor garant�a para el florecimiento de la democracia, tanto en el �mbito local o nacional como a escala planetaria, yace en la posibilidad de que todos seamos rebeldes, pero rebeldes con causa�.
Por lo tanto para que una negociaci�n sea efectiva debe concurrir tanto en gobernante como en gobernados una cierta rebeld�a, esa irrupci�n desde lo establecido es camino de soluci�n, la inconformidad viene a ser quicio y pivote. Pero no basta la intenci�n de cambio, este debe presentizarse como algo manifiesto que me embarga y cuestiona, la presencia del otro me importa porque me impele a cambiar. Y para que
esto se concrete la raz�n de la rebeld�a debe apuntar a algo profundo, conceptual, que si cambia desestabiliza lo existente, porque ahora �ser� de otra manera!, cambia la esencia no el n�mero. La mensurabilidad importa en tanto consolida el cambio, lo representa, pero no lo es. Y existe un modo de asegurarse de que ese cambio ser�; si nos duele y perdemos algo, ser� real.
Fuente: UTFSM / Comunicaciones - 19/07/2011
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